Querida marca, lo vamos a decir claro: los influencers prefieren la libertad creativa al dinero (en muchas ocasiones).
En un mundo donde las relaciones públicas en las empresas han estado mucho tiempo ligadas a la relación marcas o empresas / periodistas -condicionados a veces por los pactos publicitarios del medio-, aún hay departamentos de marketing que se resisten a no controlar el discurso que se hace sobre su marca. No han entendido que la opinión fluye libremente en internet y que es difícil, por no decir imposible, poner puertas al campo. Los consumidores, convertidos en «prosumers», campan a sus anchas en redes sociales, blogs, canales de YouTube y foros. Y pesan. Vaya que si pesan!
En este nuevo equilibrio de cosas, los influencers pueden tener un papel clave. No en vano son consumidores de a pie, en su mayoría, pero que tienen un peso especial. Tienen grandes comunidades de seguidores que no sólo se interesan por lo que cuentan si no que les creen (bastante), e interactúan. Y eso no lo han conseguido de la mañana a la tarde sin más. Detrás del éxito de YouTubers, Instagramers, Bloggers y demás hay trabajo, hay un estilo propio de hablar y decir las cosas, hay un modo de hacer llegar la información que nada tiene que ver con un spot ni con un publireportaje. Sería como una acción de publicity (sí, cuando conseguías que los periodistas hablaran de ti «gratis» a cambio de una nota de prensa, dossieres, ruedas de prensa y algo de fé en que el discurso no iba a desvirtuarse mucho cuando aplicarán sus filtros y el debido contraste de la información). Sería como una acción se publicity pero con un lenguaje menos periodístico y correcto. O no. Pero no te puedes asegurar.
Lo máximo que puedes hacer para asegurarte como marca de que el estilo o lenguaje del influencer coincide con tu propio estilo de marca es conocer al influencer en cuestión. Ver cómo suele expresarse, en qué términos, post que haya hecho para otras marcas similares… Lo que estaría feo es que confíes en x influencer para promocionar tu producto y luego quieras darle la vuelta a todo el contenido. Los influencers suelen dejar ver su contenido patrocinado antes de publicarlo y sobretodo a partir de ciertas cifras. Pero desde el departamento de marketing te conviene mucho tener todo por escrito y bien ligado para que no haya malentendidos:
- Qué producto o servicio quieres promocionar.
- Cuál es tu objetivo con esa acción (y estaría bien que pactaras cómo lo vais a medir, quizás a convenga incrustar algún tipo de código, vincular Analytics, etc).
- Cuáles son tus irrenunciables: palabras clave necesarias, presencia o no del logotipo o de la imagen x, link a la web o perfil social, etc.
- Qué sería un plus: para que el influencer decida qué hacer con esa información adicional.
- Cuándo: vas a enviar u ofrecer el servicio, va a publicar, vas a difundir, vas a pagar…
- Cuánto: el precio pactado entre la empresa y el influencer por hacer x acciones.
- Qué acciones concretas se van a hacer.
Teniendo todo esto claro por ambas partes os evitareis muchos disgustos. Porque a los influencers les halaga que tu marca se i teres en por ellos y estará, seguramente, encantado de colaborar (o si es que no ya te lo dirá), pero lo que seguro que no soporta es que invadas su terreno. Más vale establecer una buena relación de buenas a primeras.