Escoge de qué hablar… Y de qué no! 

El «fuera de plano» es un concepto que los creadores audiovisuales tienen muy claro. Juegan con él, se hacen los misteriosos o simplemente omiten. Y es que hay una marcada opinión, un sentido editorial, en lo que escogemos no mostrar, en los temas que no tocamos, en lo que silenciamos y obviamos. Te has parado a pensar dónde está tu límite? De qué quieres (y puedes) hablar y qué es lo que dejas fuera?

  Recientemente la influencer en instagram con más de 712.000 seguidores, Essena O’Neill, abandonaba la red social porque aseguraba que esa «no es la vida real» y desvelaba sus trucos y falsedades. Al leer el artículo de El País La estrella de Instagram revela sus engaños pensé que era otra que había inventado todo para lucrase. Pero en realidad es más bien una denuncia sobre la obsesión a que se puede llegar por agradar a un público y las horas y montajes que hay tras una imagen o una vida aparentemente idílica. Muchos estudios demuestran que lo que compartimos en las redes sociales es sólo una parte concreta de nuestra vida e idiosincrasia y por eso conviene reflexionar sobre cuánto hay de verdad o mentira en ese amigo que parece vivir en vacaciones eternas a juzgar por sus fotos de Facebook. Es más, si antes publicaba y antes no, y es realmente tu amigo, llámalo. Tiene pinta que pasa por un mal momento. 

Pero volvamos a los influencers: los seguimos, creemos y adoptamos como parte de la familia virtual por su cercanía. Pero quizá nos falta un punto crítico como seguidores para darnos cuenta que obviamente no es oro todo lo que reluce. En el artículo de El País, reproducían las palabras de la instagramer:

El 27 de octubre, O’Neill eliminó más de 2.000 fotografías que había compartido con otros usuarios en Instagram «que no sirvieron para otro propósito que no fuera la auto promoción» y creó una página web para ayudar a otros adolescentes y jóvenes a desengancharse de los follows y los likes, relata la modelo. En su sitio Let’s be game changers (vamos a cambiar el juego), la australiana comparte vídeos y textos en los que relata y confiesa sus sentimientos y hasta ha escrito su declaración de principios —veganismo, salud mental, física y espiritual o preservación del planeta Tierra, entre otros—.

(…) O’Neill consiguió incluso que diferentes marcas le pagaran por lucir sus productos. «Ganaba 1.300 euros fácilmente por un post», cuenta la joven. Por una fotografía —aparentemente natural— en la que aparece sonriendo, con un vestido marinero y bebiendo zumo, la australiana ganó 365 euros: «Por aquel entonces, tenía 150.000 seguidores; con medio millón supe que muchas marcas online pagaban 1.800 euros por una imagen. Esta fotografía no tiene sustancia. Tened cuidado con lo que promocionan las personas y preguntaos a vosotros mismos: ‘¿Cuál es su intención detrás de la foto?», dice O’Neill. 

Por otro lado, en un excelente post sobre si los fans son y se tratan como borregos o no por parte de influencers y marcas subyace una reivindicación: los lectores o seguidores de un canal no son tontos y tienen criterio. 

  
Olga y Antuan reflexionaban hace poco sobre mostrar o no a su hijo menor y porqué. Este es otro de los grandes debates: la seguridad del menor (y el adulto), la responsabilidad, si dar detalles, cuáles y hasta dónde. Os recomiendo su reflexión: 

 http://youtu.be/dZlOvUkLZbw 

Al final, a mi entender, todo se reduce a tener sentido común. A tener claro desde un principio lo que enseñamos, lo que no, a quién, cuándo y de qué modo. Efectivamente tener un blog o canal YouTube u otro canal en el que nos sigan más allá de nuestra casa y vecindario nos expone a los demás. A su curiosidad, su crítica, incluso su fanatismo si lo hubiera. Eso comporta una responsabilidad para con nosotros, lo que mencionamos y para con nuestra comunidad. 

Y tú? 

Dejas muchas cosas fuera de plano? Te has parado a pensarlo conscientemente y a actuar en consecuencia? 

6 comentarios en “Escoge de qué hablar… Y de qué no! 

  1. srajumbo

    Por un momento al leer el título pensé que hablarías de los blogs que cuentan en sus post cosas que piensas: hija mía, esto déjalo para tu casa. Jaja.
    Estoy de acuerdo contigo, hay que tener claro un límite. Hace tiempo cuando yo estaba por otro blog, tenía claro que no quería mostrar mi imagen ni la de mi hijo, pero influenciada, acabé poniendo fotos de ambos. Me arrepentí, al final las quité. No era fiel a mis principios, a lo que yo quería hacer.
    Ahora estoy satisfecha con cómo lo estoy llevando . No pongo fotos donde se nos vea, o si pongo alguna, siempre de espaldas y procurando que sea en lugares públicos que no se reconozcan bien. Tampoco me gusta contar cosas que no tengan que ver con mi blog, o cosas que deberían quedar en la intimidad de mi casa.
    Yo creo que las que llevamos un tiempo por aquí sabemos reconocer a esas «egobloguer» cuya vida es lo que quisieran que fuera y no lo que es. Al final todo se sabe. Yo conozco un caso muy cercano, sin ser bloguera, de alguien que se obsesiona con subir fotos perfectas, aplica mil filtros, busca poses, mira la hora para saber cuando va a conseguir más like, y se enfada si se te ocurre subir una foto donde salga ella sin que la haya aprobado. A mi, me da pena.
    Muy interesante el tema! .. Otro día hablamos de las blogueras que hablan de cosas que deberían quedar en su casa jaja.

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  2. Crisnasa Blog

    Últimamente veo muchos debates sobre este tema. Pero me parece que a estas alturas el que aún crea que esas fotos tan bonitas salen porque sí es muy crédulo. Todos compartimos lo bonito, comparto si voy a una cafetería cuqui y no el Bar Manolo de debajo de mi casa, compartimos si viajamos a un sitio molón y no el día que voy al ambulatorio… Y si hablamos de blogs, influencers o famosos pues más aún. Lo veo un debate absurdo, la verdad, yo sigo a muchos en Instagram porque me gustan sus composiciones y por ver cosas bonitas pero no creo en ningún momento que su vida sea siempre así.

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  3. Beatriz

    Yo será que ya estoy muy mayor pero a quien se le ocurre que la vida que muestra la gente en el mundo 2.0 es la real? Es una parte, pequeña, muy pequeña de la vida real. En mi caso es lo que tengo ganas de mostrar de mi vida en este momento, y tengo claro que no voy a mostrar ni mi cara ni la de mis hijos. Y los like, los seguidores y los influencers me importan muy poco, pero alucino que la gente se conmoción por noticias como la de esta chica. Es como creer en papá Noel con 30 años 😉

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    1. Celia Ramón Wyser Autor

      Es cierto, Beatriz, que sigue habiendo mucha ingenuidad. Yo misma a pesar de todo el bagaje (llámale edad) a veces caigo en la trampa ni que sea por no andar desconfiando de todo y todos y por pura tendencia al buenísimo. La cuestión es, de todos modos, que sigue habiendo mucha presión por ciertos temas como pudiera ser el estereotipo de belleza o en el caso de la maternidad el estereotipo de buena madre. Y no caer en la cuenta que tras x foto o post puede hablar otra cara de la historia puede llegar a afectar a, por ejemplo, los adolescentes. No es un debate nuevo. Con las revistas o la TV ya existía. Lo que lo hace diferente es la «presunción» de realidad que aún dan las redes sociales o los blogs. Y ahí está la trampa. Efectivamente, los lectores / seguidores / espectadores no debemos ser tan ingenuos. U como bloggers o youtubers o lo que sea me parece también interesante plantearse qué estamos mostrando o dando a entender con lo que escogemos censurar. Gracias por participar en el debate. 🙂

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