¡Hola a todos los TUBYSquianos! He encontrado una noticia muy interesante que aunque de hace unos días me ha parecido interesante compartir dado el tema que nos ocupa. Y es que resulta que ni es tan fácil llegar a ser influencer, ni tampoco lo es vivirlo y mantenerlo. Y encima las marcas no saben cómo identificar a los verdaderos influencers. Vamos, un berenjenal. Si no, para muestra, un botón. El caso de Alfredo Arias, el albañil que triunfaba en Twitter gracias a tu sinceridad y su cuenta @minipunk, de pronto se cansó de la fama. ¿Qué pasó?

Pero este (el mundo de los influencers), como otros tantos, es un camino de ida y vuelta. Alfredo, el albañil, se convirtió en una referencia local y con el paso de los meses su actividad y notoriedad le llevó a ser conocido en todo el país. Todo en su escala. De obrero a influencer. En poco tiempo llegaron los seminarios y este peón se bajó definitivamente del armario. Ahí parecía haber negocio. Minipunk se convirtió en un habitual de los saraos y en directo tenía un gancho indudable: voz segura, lenguaje llano, sin complejos y sin ocultar sus orígenes.

En esta ruleta de éxito 2.0 los seguidores llegaban por miles y nuestro protagonista seguía alimentando la bestia. Hasta este mes. Un «lo dejo: vuelvo al ladrillo» fue su paso de página definitivo.

(…) sostiene que resulta casi imposible satisfacer las necesidades de un cliente “por las expectativas generadas”. Por contra, “quien quiere pintar una fachada sabe perfectamente lo que quiere”. 

Esta última frase me parece que contiene una de las grandes claves de los batacazos en dospuntocerolandia. Porque… ¿Saben las marcas lo que quieren conseguir? ¿Más visitas, mejorar el SEO, tener una mejor reputación de marca, más interacción, más seguidores, en qué cantidad, en cuánto tiempo? ¿Es realmente el canal del influencer su medio más idóneo para obtener esta repercusión? Me temo que muchas veces andamos perdidos y lo pedimos todo sin concretar nada del todo. Así es muy difícil medir.

Es más, ¿saben las marcas quién es realmente influencer y quién es un buscón de poca monta que hace mucho ruido pero en realidad nada de nada? De nuevo el artículo que os recomiendo nos da algunas claves:

(…) si asumimos que se trata de una figura difusa, con más ruido que nueces en lo económico y con una elevada presencia de pseudo expertos, ¿cómo saber realmente quién influye o no? Este dato es fundamental para las marcas, que necesitarán argumentos fiables para poder tirar de chequera de cara a contratar sus servicios. parámetros que tienen que ver con social media, Wikipedia, aplicaciones móviles y menciones en internet.

Y los influencers, ¿saben lo que quieren o se dejan llevar al son y los vaivenes de las ofertas que las marcas tienen a bien lanzarles? ¿Tienen una estrategia, unos objetivos, tienen claro de qué hablar y de qué no, en qué tono, lo que han de negociar con la marca, cuántas palabras y cuánto empeño y cuánto tiempo y cuánta implicación de la comunidad? No es fácil, desde luego, pero parece difícil mantener la cordura en todo este mundillo sin tener estos temas claros.

¿Conseguiremos realmente algún día saber gestionar todas estas relaciones y, lo que es aún más difícil, las expectativas? Veremos… De momento, lo estamos intentando.

Tenéis el artículo entero de «El Ocaso» en el siguiente enlace: El ocaso de los influencers: Dejo las redes sociales, vuelvo al ladrillo. Noticias de Tecnología  http://bit.ly/1GQmwT7

Ser o no ser influencer, esa es la cuestión